"La perfección de la vigilancia es una suma de insidias" Foucault

domingo, 20 de enero de 2013

KLEMM VUELVE A BARCO


   Imbuido por las ideas de Fritz Krüger, uno de los creadores de la escuela de “Palabras y cosas”, llegó Albert Klemm a Ávila en 1932 con el objetivo de desarrollar una investigación que, siguiendo los parámetros de la Escuela de Hamburgo, trazara las relaciones entre la lengua que se hablaba en la provincia y su cultura material. Pensaba que, describiendo fielmente las actividades cotidianas de la gente, podría averiguar el sentido mismo de las palabras que utilizaban. Y a ello se dedicó con afán formulando el primer estudio de lingüística etnográfica realizado en nuestra provincia. Su minuciosa descripción recurrió a múltiples clasificaciones para hallar el significado de conceptos y palabras, muchas ya olvidadas, descendiendo a radiografiar nimios detalles de la cultura material. Como si fuera el último testigo de una cultura, que de hecho ya había desaparecido y se conservaba sólo en memorias de las personas con quien hablaba, Klemm quiso rescatar lo que ésta tenía “de autóctono y de arcaico”. 
   En busca de ese exótico arcaísmo y con un cierto determinismo ambiental como herramienta, Klemm se adentró en las serranías abulenses buscando pueblos perdidos que le confirmaran su implícita creencia de la supremacía del septentrión sobre el meridión y de lo urbano sobre lo rural. Aunque fuera pagando el precio del silencio sobre aspectos que pudieran contradecir esa opinión. 
   Y así, procedente de  Hoyos de Miguel Muñoz, tras detenerse en las localidades de la norteña faz de Gredos, llegó por vez primera en 1932 a Barco de Ávila antes de explorar el Barranco y las llanuras morañegas. Y digo vez primera porque en diciembre del año pasado, sus fotografías, gracias al esfuerzo del grupo de montaña Azagaya-Gredos, que tantas actividades realiza a lo largo del año en la comarca, llegaron nuevamente hasta la vera del Tormes.
   De la mano de este activo grupo cultural la exposición que en su día realizara el Museo de Ávila ha convivido durante casi dos meses con las numerosas actividades que a diario se desarrollan en la antigua Fábrica de Harinas de Barco de Ávila. Con ello,  los procesos culturales antañones que esas fotografías quieren contar se han entremezclado con las nuevas vivencias que, sobre todo mujeres, tienen actualmente en las instalaciones que en su día fueran de la obra social de la Caja y ahora de la Fundación que la malhereda.
   Por aquellos entonces, creía Klemm que tenía Ávila una “cultura autóctona propia”   que, no obstante, identificaba con la “popular castellana”. Afirmación que le servía para aseverar que las culturas que llamaba “arcaicas” también existían “desde hace mucho y muy arraigadas también en el mismo centro de España.” Con estos mimbres estableció una conclusión que quiso universal: “condiciones de vida similares pueden determinar aspectos de la cultura popular semejantes y hasta coincidentes” en lugares muy alejados. Ojalá que la nostalgia que en algunos se despierta al contemplar esas fotografías de hace ochenta años, pueda disfrutarse en el mismo edificio dentro de ocho décadas cuando alguien se detenga a mirar las imágenes que hacen hoy los fotógrafos de este tiempo que para nosotros es presente.