"La perfección de la vigilancia es una suma de insidias" Foucault

miércoles, 26 de febrero de 2014

NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES

En los últimos meses hemos visto como en diferentes lugares del país movilizaciones de grupos muy heterogéneos que partían de posiciones económicas, sociales y políticas muy diferentes, han terminado convergiendo en peticiones y estilos reivindicativos. Para analistas de diversa índole, lo más sencillo ha sido recurrir a la crisis  y explicar la irrupción de estos nuevos sujetos sociales como consecuencia de una sensación de hartazgo que deviene para muchas personas en repulsión de un modelo que se impone como inexorable. Pero la crisis, por mucho que sirva como cajón de sastre para explicarlo todo, es multiforme y afecta de forma diversa. Eso sin contar con que el término de marras es anfibológico y permite que se salte de un significado a otro con total naturalidad. Es decir, la polisemia inherente al concepto mismo de crisis ha llevado a algunos comentaristas a hacerse trampas en el solitario saltando entre temas conexos con tal de dar apariencia de coherencia a los argumentos. No falta así quien junte el desempleo con el advenimiento de un colapso social o las inevitables diferencias generacionales con la macdonalización de la sociedad o cosas por el estilo. Y, aunque cierto es que puede haber analogías entre los diferentes tipos de crisis, no pueden abordarse como si fueran una misma cosa. Máxime cuando unas, magníficamente inducidas aunque de apariencia espontánea, son causa de otras. 
En todo caso, la emergencia de nuevos movimientos sociales o de nuevas modelos de respuesta a lo que se pretende imponer sin dialogar, parece venir propiciada por una doble paradoja vinculada a los procesos de articulación de la sociedad civil. Por una parte, durante las épocas de bonanza, crecieron un sin número de organizaciones, asociaciones, entidades, etc., que se convirtieron en interlocutores directos de las administraciones. Este aparente fortalecimiento del tejido asociativo trajo dos consecuencias directas. De una parte, las administraciones se desentendieron de la gestión directa de la corrección de la desigualdad pues era suficiente con repartir cantidades asignadas a proyectos específicos que eran desempeñados por tales organizaciones. Sobre todo por aquellas consideradas más afines que pudieron convertirse en mera extensión del poder. Por otra, grupos otrora reivindicativos se convirtieron en prestadores de servicios y dejaron de relacionarse “horizontalmente” con otros semejantes que, de la noche a la mañana, se convirtieron en competidores en el intento de lograr financiación de los mentados “proyectos”. Por supuesto, la competencia generó, en no pocas ocasiones, que aquellos que debían colaborar por perseguir un fin semejante, se pusieran cuántas trabas encontraban a su alcance. A mayor abundamiento, algunas de estas instituciones pasaron a ser dirigidas por los mismos que debían desarrollar los proyectos. Mismos que, en no pocas ocasiones, propiciaron lo que ahora se llama "puerta giratoria" al terminar siendo cooptados por el poder. A su vez, esto hizo que muchas personas se desentendieran totalmente de los problemas sociales y depositaran su confianza en esos técnicos que recibían un salario y el beneplácito del mando a cambio de asumirlos en categoría expertos. 
La desaparición de las subvenciones dejó entrever que esa sociedad civil tan aparentemente fortalecida con tanta institución, en realidad había sido desarticulada debido a la ausencia de comunicación entre iguales. Es más, algunas de estas asociaciones pilladas con el paso cambiado a medias entre la reivindicación y los servicios, se vieron deslegitimadas al no dar respuesta ni a una ni a otros. Sin embargo, esa aparente desarticulación de la sociedad civil como consecuencia de la descomposición del tejido asociativo, está dando paso, y esta es la segunda paradoja, a que muchas de ellas olviden la comunicación “vertical” con la administración y vuelvan la vista a los semejantes. Dialogando entre iguales, emergen nuevos movimientos sociales, de apariencia informe, pero que están logrando rearticular nuevamente parte de la sociedad civil. En esto, como en otras cosas, a veces, menos es más. Claro que, no está demás, recordar que algunos de esos "nuevos movimientos" responden exclusivamente a intereses poco claros. Me refiero básicamente a aquellos que se presentan como movimientos generados desde la sociedad, así dicen, cuando a las claras se ve que parten de un liderazgo, televisivamente fomentado. Es decir, que aunque se presentan como movimiento social que, se supone, debe ir de "abajo a arriba", en realidad responden al esquema inverso. Tan legítimo como cualquiera otro son. Pero son lo que son.

jueves, 13 de febrero de 2014

El peaje (con coda y re-coda)

Dicen los que mandan que, tal y como están las cosas, qué más se puede hacer en esta ciudad para crear empleo. Que se van a ir, dicen, a pregonar por los madriles las grandes ventajas que tiene nuestro entorno para cualquiera que se avenga a poner una industria en sus alrededores.  Seguro que su oratoria es buena y vuelven a juntar a unos pocos en ese conocido restaurante de nuestro paisano para convencerles de que no hay quien se nos compare. Ni siquiera Cuenca, Teruel y Soria que fueron juntas a pedir sin que nos moviéramos pues el orgullo nos puede. Sin embargo, arduo problema es responder a quien pregunta, sobre todo si tiene calculadora. Imaginemos, eso sigue siendo barato, que un pequeño empresario dice, yo voy a invertir en Ávila para producir qué sé yo. ¿A cómo está el metro? Barato, barato, le responderán. ¿Y de naves, cómo vamos? Pues barcos, pocos hay y de las otras, más o menos. Si la quiere grande, más vale que la haga. ¿Y si pequeña? Me como lo del barato. ¿Y de infraestructuras viarias, sigue el preguntón, porque antes de soltar un céntimo hay que ver dónde va a parar? Las mejores, le dirá el que le corresponda. ¿Y baratas? Corramos un tupido velo.
Volvamos a imaginar que el interfecto quiere, con su producto, enviar un camión diario a Madrid. Echemos cuentas. Un camión paga desde Vicolozano hasta Villalba, al precio de hoy, veintiséis euros con veinticinco céntimos.  Que con otros tantos para volver, hacen cincuenta y dos y medio por día. Si la empresa abre de lunes a viernes para que descontemos sábados y domingos, vacaciona durante un mes, y, ya puestos, cumple con nueve festivos, habrá desarrollado su actividad durante doscientos treinta días al año. Llegados a este punto maldecirán los buscadores de empresas que sus interlocutores tengan calculadora. Doscientos treinta días por cincuenta y dos euros con cinco por día, hacen doce mil euros solo en peaje. Así es que, antes de abrir, el peaje habrá costado ya un puesto de trabajo mal pagado (o casi uno medio que anda por los 15.000 al año). Y ahora ya sólo nos queda multiplicar el número de camiones que debieran salir de Ávila y no salen porque cualquier empresa que se instale a la misma distancia que estamos de Madrid, pero partiendo de esa ciudad por otra de las otras cinco radiales tendrá de entrada un ahorro de 12.000 euros al año por camión.
Visto lo visto, habrá que recordar que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictó no hace tanto una sentencia que declaraba que el gobierno español “había vulnerado las directivas comunitarias sobre contratación pública” y que la adjudicación de las obras de ampliación eran totalmente ilegales. Algo, por cierto, reconocido por el gobierno que se ha comprometido a dar una “compensación adecuada” por reducir la adjudicación hasta 2019 a la empresa que contrata a la anterior vicepresidenta económica. Digan pues los que no saben qué hacer que, si en otros lares se “rescatan” autopistas que no van a ninguna parte, se proceda aquí de igual modo inmediatamente. Y, si menester es compensar, pues fue el Estado quien cometió la ilegalidad, hágase y conviértase, de una vez, en autovía sin más demora. Dicen, y cierto es, que el erario está vacío y ahora no se puede. Pero siempre nos toca esperar a los mismos. ¿O no hay 4.800 millones de euros, casi el presupuesto conjunto de ayuntamiento y diputación para los próximos cuarenta y cinco años, para pagar el despropósito de algunas de esas vías? Si así es, que haya también para acabar con la marginación que esta genera.  

LA CODA:
El mismo día en que las líneas que anteceden aparecieron, como todas las que se suben a este blog, en Diario de Ávila, el periódico mencionado se vio, supongo que para no perder una publicidad necesaria, en la necesidad de incluir una suerte de publirreportaje camuflado de noticia cuyo titular era el siguiente: "Los descuentos de la AP-6 benefician a 10.000 usuarios al mes desde junio". En una página completa, el artículo pretendía matizar mis cifras haciendo énfasis en los numerosos descuentos que tienen los usuarios de la autopista, incluidos los camiones. Descuentos que llegan, según el artículo publicitario, a ser del 13% si se gastan más de 600 euros al mes. Y, además, asumidos por la concesionaria. Con lo que, no sería cierto lo de los 12.000 al año, sino que serían 10.500, ya ves tu. Eso si solo son 230 días al año, como puse más arriba, porque si son 250 habrían sido mil euritos más y ya no digamos si en lugar de un camión son varios. Pero, además de no entrar en el fondo del argumento, el artículo insistía en que el descuento por hacer más de 20 viajes al mes, es para los usuarios de la AP-6, la inmensa mayoría de los cuales no llega, a las cifras oficiales me remito, a Ávila sino que siguen al noroeste del país.
RECODA:
Tres días después de aparecer las líneas que había escrito, en las jornadas celebradas en Madrid a las que hacía referencia, el presidente de los empresarios abulenses dijo que "la autopista es un lastre, pero mayor sería no tenerla". El alcalde de Ávila, ni que estuviera en campaña, digo que la inauguración de la AP-51 había "cambiado la vida de los abulenses, pero para bien." Sería muy fácil  decir hacer demagogia con esto y recordar quién paga sus peajes, pero mejor les dejaremos solo un consejo para que no lo sigan: ¡pregunten a los empresarios de Ávila qué piensan al respecto.