"La perfección de la vigilancia es una suma de insidias" Foucault

jueves, 3 de noviembre de 2011

ÁVILA (NO ESTÁ) EN LOS MAPAS

Que no hay mapa que cien años dure, puede comprobarse fehacientemente vislumbrando la representación que la provincia de Ávila ha tenido desde que aparece en los mismos. Si Felipe V ajustó el tamaño de las antiguas divisiones administrativas al crear en 1720 las intendencias, manteniendo la de Ávila como una de las 20 en que se dividió el país, el arranque del siglo XIX nos dio un susto. José de Bonaparte quiso reestructurar el país siguiendo, cómo no, el modelo francés de su hermano y Ávila, sencillamente, desapareció del mapa: ni prefectura, pues nos ubicaron dentro de una genérica “Duero-Pisuerga”; y de las 111 subprefecturas en que se dividió el país, ninguna tenía su sede en Ávila.
            Aunque esta división nunca llegó a entrar en vigor y Ávila volvió a asomarse en el mapa de provincias de 1822, y más tarde en el vigente de 1833, tal pareciera que se han retomado las pretensiones napoleónicas y Ávila ha vuelto a ser borrada del mapa. Mira uno el de las redes transeuropeas que se venden en precampaña electoral y tal pareciera que se hubiera diseñado con sumo cuidado para evitarnos. Se vuelve la vista al de los campus universitarios de excelencia internacional reconocidos en Castilla y León y además de no estar, como lógico es, en el reciente de las universidades de León, Burgos y Valladolid, se descubre que, a pesar del buen momento por el que pasa la universidad pública en Ávila, la concentración adicional “de recursos científicos, académicos, tecnológicos, culturales y empresariales”, así se llaman en el documento los más de cinco millones y medio de euros del subprograma de excelencia de la salmanticensi, se hará en torno a la enseñanza del español en Salamanca y al Centro de Caracterización de Recursos Biológicos. Vamos que tampoco salimos. Claro que en esto nos lo hemos ganado a pulso porque algunos de nuestros próceres creen que para que algo sea una universidad es suficiente con poner ese nombre en la fachada del edificio.
            En suma, parece que existe una geocultura, que diría Wallerstein, que ha ubicado la provincia de Ávila en la periferia interior y ha decidido que su destino es servir como reserva natural, tal vez espiritual que viene siendo lo mismo, para que los ciudadanos del centro, también en los términos de las teorías del sistema-mundo, puedan solazarse los fines de semana contemplándonos en una impuesta primitiva rusticidad, que tanto alegra a algunos de nuestros representantes, para reconfortar a aquellos que, viéndonos, se creen civilizados.

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