"La perfección de la vigilancia es una suma de insidias" Foucault

viernes, 25 de mayo de 2012

LOS MEDIOS MEDIADOS


      Numerosos periódicos nacionales e internacionales parecen haber perdido en los últimos tiempos el sentido de la jerarquía de las noticias. Titulares que por su tamaño o ubicación estaban reservados no hace mucho para noticias de inusitada relevancia son utilizados hoy para contar cualquier evento que la tiene escasa. Y lo mismo puede decirse de las emisoras de radio donde un gol de un partido entre dos equipos de mitad de la tabla de cualquiera de las divisiones se canta con el mismo apasionamiento que el que decide el campeón de una competición planetaria. Qué decir de la dificultad de discernir en unos informativos televisivos en que, hasta en los más serios, se dedican más minutos a contar el tiempo que hemos tenido, cómo si no lo supiéramos, que aquello que por su novedad debiera ser noticiable. Incluyo en la barahúnda, por supuesto, a los millares de mensajes nacidos y distribuidos a través de las paradójicamente denominadas redes sociales en las que junto al reposado análisis del filósofo clásico aparece, en inusitada igualdad, cualquier despropósito.
Nunca hemos tenido tantos medios de comunicación como ahora. Tal vez por ello en ningún tiempo la caducidad de una noticia haya sido tan breve. Se suceden las noticias a tal ritmo, se amontonan y amalgaman a tal velocidad, que eliminan cualquier atisbo de reflexión. Se despista uno un ratillo y el banco que había sido puesto como espejo en los que los demás se debían reflejar ha quebrado sin que se sepa cómo. Antes de que un lector, oyente o telespectador pueda pensar en lo que ha leído, oído o visto, ya tiene ante sí tal panorama para elegir que, en la práctica, termina sucumbiendo ante el ruido. Cuando, como en estas páginas [Diario de Ávila] hemos visto, cómo un gobernante es capaz de atribuirse la lluvia con total tranquilidad y sin sonrojo porque sabe perfectamente que antes de que uno se ría otro medio hablará de la salida del sol, los llamados medios de comunicación deberían plantearse que si el exceso de mediación puede dificultar la comunicación, su total eliminación, puede hacerlos innecesarios. 
      Ciertamente los medios de comunicación deben acompañar a los tiempos para no quedar obsoletos. Pero, esto no significa abandonarse ni a la propaganda, ni al más puro mercantilismo. Los que olvidan lo complejo de sus funciones y, excesivamente confiados en su capacidad hipodérmica, se acomodan a lo espurio, corren el riesgo de transformarse en algo tan superfluo como prescindible para una sociedad que no quiera adormecerse en el letargo  de la incertidumbre.

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