"La perfección de la vigilancia es una suma de insidias" Foucault

jueves, 1 de diciembre de 2011

Una extraña jornada

        Paulatinamente los vehículos militares, armados hasta lo indecible, se situaron en las esquinas de la plaza festiva en la que numerosos estudiantes se arremolinaban junto a sus maestros para preparar el desfile conmemorativo de la Revolución. En el aire los cohetes estallaban anunciando la festividad y, mientras desayunábamos, veíamos imágenes de españoles votando a la vez que se ofrecían los primeros datos de participación.
      Resulta extraño para quien ha participado activamente en jornadas electorales verlo ahora desde tan lejos. Pero, la distancia no proporciona desapego de unos procesos necesarios para organizar la convivencia ciudadana. Si otorga una perspectiva que permite relativizar las palabras que sistemáticamente se reiteran en tales ocasiones. Más todavía cuando, tras regresar de una larga jornada en tierra zoque, no hallo canal televisivo que hable de las elecciones españolas, salvo titulares generales que recorren la parte inferior del monitor mientras el locutor informa de otras cosas. Lo que para nosotros es tan importante pasa totalmente desapercibido para otros que lo ven como un breve acotamiento en sus medios.
        No es sólo que la política se haya convertido en espectáculo donde aquello que no es insertado –billete en mano- en las redes de mercadeo, incluidos los medios de comunicación,  parece no contar para unos ciudadanos degradados de tal condición a la de meros usuarios o consumidores. El problema es que esa necesaria mediación hace que se confundan medios y fines y, sobre todo, se banalice lo histórico, algo, por lo demás, contra lo que ya nos advirtió H. Arendt. Representantes políticos tratados como cantantes o estrellas de cine se ven en la necesidad de portarse como si tal fueran y olvidar, volviendo a la mencionada Arendt, que el pluralismo es la condición de la libertad y de la igualdad entre los seres humanos.
      Pero ahora, se acabó el tiempo de la ambigüedad y del no enmendalla. Comienza uno nuevo; con gobernantes de los que se espera acierto en sus decisiones y que no olviden que son representantes de quienes les han elegido. Pero ni más histórico que el vivido hace un año, ni que el que venga dentro de otro. Cada grupo humano es responsable de su propia historia y ahora hemos decidido quiénes habrán de tomar las decisiones en nuestro nombre. Las económicas que adopten serán fundamentales, pero no menos que aquellas otras que nos permitan construir socialmente un país en equidad. Que no olviden que la democracia no sólo se mide por el gobierno de la mayoría sino, sobre todo, por el modo en que se respeta a las minorías.

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